Manifiesto


 

CUANTICOS-0151

 

Tu arte, Ramón Cerezo, se ha hecho contundente. Se afirma, se despliega como un golpe en la mesa, un zapatazo de Kruschev o Jrushchov o un ‘he dicho’.

Para contestar a tanta contundencia, a la beligerancia con que se presentan tus criaturas, la literatura artística sólo me ofrece un género igual de contundente: el manifiesto, como lo fueron el futurista, el dadaísta o el surrealista. El mío será un

MANIFIESTO DE RESPUESTA

1º.- La palabra es el concepto. Manifiesta que sólo lo que se verbaliza existe. El amor es el amor, el dolor es el dolor. El lenguaje no es sólo la expresión, sino que es el propio mensaje. El arte es un flujo entre la palabra interior y la voz del artista que se escucha. Las palabras encadenadas en la poesía se aproximan a la música. Y la música es un lenguaje más. ‘Vacíos’, ‘Virtuales’, ‘Orígenes’, ‘Impactos’, ‘Cuánticos’, la palabra es el origen y el resumen, el alfa y el omega, el verbo. ‘Cuánticos’ es el misterio de la física atómica y subatómica, o cambiando el acento: otros tanticos frutos u otros cuanticos trabajos más del amigo Cerezo.

2º.- El color es la emoción. Afirma que existen los sentidos y que los sentidos se mezclan. Que la vida es en colores, también cuando es en blanco y negro. Que hay días y emociones y sensaciones grises, azules, verdes o rojas. Y blancas y negras. Y que igual que las palabras, los colores no son sólo plástica, sino la propia emoción. ‘Azul’ fue una de tus últimas exposiciones, Ramón, y aquí perviven los azules; y los ocres acompañan el aparente silencio, el fragor de las partículas.

3º.- La forma es la existencia. Reta a quien haya visto una idea abstracta caminando por la calle. La naturaleza es geometría: la línea, el plano, el círculo, el triángulo, la esfera, el cilindro. Y el arte es naturaleza. Nada existe sin forma. La forma es el cuerpo, el vehículo, el transporte desde el mundo de las ideas al de los sentidos. Cerezo, fuiste árbol y luego cilindro; en tu última reencarnación eres cubo, y te alzas cual palafito o zancudo sobre tus varillas-patas.

4º.- La materia es el contenido. Constata que somos volumen, bulto, que tenemos al menos tres dimensiones, que no vivimos en el plano sino en el espacio. Y que precisamos relleno y que el relleno lo presta la naturaleza sea animal, vegetal o mineral. Y que no tenemos disponible para nuestras creaciones la energía ni la materia oscura que componen en su mayor parte el universo. Te apañas aquí, Ramón, con la madera, el hierro, el hormigón, la arpillera y los clavos para sumergirnos en el mundo cuántico.

5º.- El cuerpo es el emisor. Experimenta cada día que nada puedes hacer fuera de tu cuerpo. El cuerpo es el recurso y la limitación. Lo que tenga que nacer, nacerá de él. Del cerebro, del corazón, de la presión, de tu física y de tu química. Serán tus manos las que escribirán, dibujarán o moldearán. Será tu cansancio el que determine las pausas. El cuerpo es el tirano. El tuyo, Cerezo, es un déspota, un negrero, que te zarandea y mantiene alerta y en vela, a un altísimo ritmo de producción sin derechos sindicales ni humanos.

6º.- Y también es el observador. Disfruta y padece cómo tu cuerpo analiza, ausculta, procesa lo que ocurre en tu interior. Se distancia para llamar tu atención. Enjuicia y es crítico sobre el aprovechamiento del tiempo, sobre la utilización de los recursos, es juez de ti mismo. Y observa también el exterior: compara y te sitúa entre tus contemporáneos. El Ramón Cerezo crítico que vive en ti manda tu obra a la hoguera y supera tus fases creativas cuando empiezan a ser productivas; eres, Cerezo, un artista-árbol de I+D+i poco interesado en recoger tus cerezas de la productividad o la rentabilidad.

7º.- En la anarquía nace la creación. Acepta que en el caos nació el orden, que del magma surgió el universo. No basta la libertad ni su espejismo. Hace falta que la anarquía reine en casa, que todas las ideas campen a sus anchas, en igualdad de derechos para convertirse en inspiración y en realización. El método de la creación no es descarte sino estímulo y experimentación. Quizás ‘Cuánticos’ sea una colección de autorretratos, la colisión de las
ideas en tu mente inquieta, Ramón Cerezo.

8º.- La liturgia es generatriz. Reclama el uso del diccionario: generadora y línea geométrica generatriz que desarrolla la forma. Las rutinas, los procedimientos, las manías, para todos; el tabaco, el humo, la música, el ruido, el deporte, la bici, la caminata, para unos o para otros; la liturgia que rodea la creación es generadora de la misma, es la circunstancia y la propia fuerza creativa. Tú, Cerezo, vives en capilla, en tus arquitecturas del vacío, en la mística que rodea tu trabajo, que escalas a golpe de pedal.

9º.- La cultura es el puerto de resguardo. Añora la patria de la infancia, el niño que se aleja, el calor del hogar. La cultura es el sumatorio de todos los fuegos hogareños. Es el puerto de partida, de ahí provienes. Ahí comenzó la aventura. Conserva la cultura como refugio de las tempestades, el abrigo al que acudir también en la calma, en el desierto de las ideas. La cultura es puerto y puede ser fuente. Bebes, sediento, Ramón, y eres manantial para los que
vienen detrás; como escultor estás en la corriente del arte, eres partícula que fluye.

10º.- La relación es la causa final. Renuncia a la torre de marfil, a la campana de cristal, a la isla desierta. Declárate animal social, dispuesto a vivir, amar, crear y procrear en sociedad. La única razón del arte es la relación, el puente con el interlocutor, que no ha de ser complacido, sino educado, interrogado, sacudido, golpeado, violentado. Aspira al arte de masas y al arte que mejore la masa. Ramón, eres social incluso en la creación, te apoyas en los amigos, y tu contundencia final precisa a quien sacudir, a quien golpear, a quien violentar. ¡Préstese, entre en el juego, disfrute!

Juan Ramírez Codina,
Escritor
Julio 2020